UN FRACTAL LLAMADO COSMOS
Nací a comienzos de la década de los 80, en un tiempo marcado por la expansión de la mentalidad científico-técnica y la educación moderna.
Desde la infancia, mi padre fue una presencia inquieta y provocadora. Su “bolsa de caramelos educativa” consistía en el juego intelectual de llevarnos la contraria, proponiendo contra-ideas y paradojas sobre lo que pensábamos —o creíamos pensar— acerca del mundo, de la vida y de nosotros mismos.
Entre esas provocaciones estaba la astrología. Él decía que era un saber capaz de describir a las personas con una precisión sorprendente. Yo lo escuchaba y, con mi intelectualidad temprana y los eslóganes aprendidos sobre ciencia, biología y naturaleza en el colegio, le contestaba que todo era biología, que la vida surgía únicamente del cuerpo, de la acción neuronal. Eran argumentos nacidos del paradigma reduccionista que permeaba la sociedad occidental y sus sistemas escolares y culturales. En esa visión, resultaba inconcebible que las estrellas pudieran decir algo sobre nosotros.
Pero algo ocurrió cuando tenía 13 años. A través de un amigo de mi hermano mayor, estudiante de psicología, tuve mi primer contacto más directo con la astrología. Allí descubrí que había algo más que superstición o simple curiosidad: se trataba de un Logos con una lógica propia, capaz de abrirme a otra forma de mirar la vida.
Poco a poco, durante mis años de formación intelectual, el contacto con el problema del conocimiento, la epistemología y la noción de paradigmas de saber —que explicaban la historia del pensamiento occidental, sus movimientos religiosos y científicos— fue ampliando mi perspectiva.
Descubrí que la astrología proponía todo un paradigma de conocimiento: un sistema con su propio aparato de reflexión y de hipótesis, capaz de topografiar los patrones íntimos de la personalidad, describir incluso rasgos físicos, iluminar las contradicciones aparentes y ofrecer un sentido liberador a muchas experiencias vitales.
Ese Logos astrológico daba luz a potencialidades y creaba una ramificación en el estado de observación presente dentro del estado cognitivo cotidiano, abriendo una atención nueva y más profunda tanto hacia lo que sucede como hacia la propia persona que lo vive.
Con el tiempo comprendí que la astrología no era un simple complemento de la psicología ni un residuo de antiguas supersticiones, sino un lenguaje simbólico orgánico, que integra las interacciones del momento con la trama de interacciones de eventos y sucesos a lo alrgo del tiempo. Un Logos que combina facetas de lógica y de estructura con la capacidad de adentrarse en la subjetividad vital.
Un saber que permite explorar tanto la experiencia interior y personal como lo externo: los movimientos sociales, las tendencias culturales e históricas. Y lo hace sin miedo a ser transversal, tendiendo puentes entre la racionalidad y la creatividad, entre el pensamiento y la expresión de sentimientos.
El nacimiento de Astro-Fractal
De esa certeza nace este espacio: Astro-Fractal.
Un lugar donde compartir esa visión, explorar mapas del cielo y de la conciencia, poner palabras a certezas inexpresadas, a intuiciones profundas, a dudas que buscan claridad, o a bloqueos y traumas que necesitan liberación.
También una mirada hacia la vida con fe y esperanza, con un sentido de resiliencia, de paciencia, de estar consciente de Ser, donde sea y cuando sea.
Bienvenid@ a este viaje, donde el cosmos se revela no como un escenario vacío, sino como un espejo vivo de nuestra propia transformación.

Hola, gracias por tu participacion. Por favor, nada de insultos, ni faltas de respeto. Libre pensarmiento y libre opinion sin odio, insulto, acoso